Leyendo los breves versículos que hablan de la vida de Elisabet y Zacarías, me doy cuenta de que así como su historia no se trataba de ellos, asimismo la mía tampoco. Las historias de nuestra vida se tratan de Dios.
Y es es fácil decirlo. ¿Pero que tanto lo vivimos?
Un virus cambió los planes del mundo. Paró bodas, graduaciones, trabajos, viajes. Interrumpió nuestros planes.
Y eso me hace pensar que a veces podemos estar tan concentradas viviendo nuestras vidas que se nos olvida ver más allá, ver el cuadro grande. Ver la historia completa.
Se nos olvida lo que viene, porque estamos esperando cosas de este mundo en vez de esperar la venida de Cristo.
Elisabet sabía que la vida no se trataba de ella. En el primer capítulo de Lucas podemos ver que no había amargura en su corazón. Aunque su esposo y ella eran justos delante de Dios, por muchísimos años Él no les concedió un hijo. ¿Por qué? La esterilidad de Elilizabet era parte del hermoso y enorme plan de Dios.
Ambos serían padres de Juan el Bautista en el momento indicado, un hombre que sería grande delante de El Señor y anunciaría la venida del Mesías. Cuán grande honor.
Probablemente Elisabet no hubiera planeado ser estéril y tener un hijo ya siendo de edad avanzada, pero eligió mantener la mirada en aquel cuyos planes son mucho más altos.
Siendo sincera, yo tengo planes, o me gustaría ser una mamá joven, tener varios hijos, tener mi casa bonita, envejecer con mi esposo. Y no está mal tener anhelos. Pero algo con lo que Dios me está confrontando es:
¿Estoy anhelando más mis planes que la venida de mi Salvador?
Todavía quedan almas que van a pasar su eternidad separadas de Dios, existen personas que no han escuchado el evangelio y mientras, yo estoy pensando y afanándome con mis pequeños planes y sueños, cuando Dios tiene un plan mucho más grande.
Tal vez hoy hay cosas que están pasando que no nos gustan, situaciones que "interrumpieron" nuestros planes. Puede ser que las cosas no han salido como esperábamos o nuestro futuro no se vea cómo siempre soñamos o como vemos en las películas. Lo sé.
Pero tenemos que aprender a aceptar las distintas situaciones, porque van más allá de nosotras mismas. Tenemos que aceptarlas porque todas son oportunidades de proclamar el evangelio. Sean buenas o malas, sean lo que esperábamos o no.
La infertilidad de Elisabet fue probablemente muy dolorosa, de hecho, era algo mal visto en ese tiempo. Y más cuando estabas sirviendo y estabas fiel. Pero vemos cómo Elisabet confió plenamente y no se quejó de su situación.
Vemos en Lucas 1:42-43 que Jesús aún no había nacido y Elisabet ya tenía los ojos puestos en Él.
Lo llama “mi Señor”.
“y exclamó a gran voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. ¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?”
Ya era el Señor de su vida.
¿Es nuestro Señor? ¿Es señor de nuestros planes? Piénsalo enserio.
¿Amas más el regreso de Cristo? ¿Amas más verle cara a cara? O amas más tu vida, tus planes, tu futuro.
Ahora acuérdate de José.
Yo siempre había oído la historia, pero nunca me había percatado de un detalle,
Lee conmigo Génesis 45:5-8:
Ahora, pues, no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros. Pues ya ha habido dos años de hambre en medio de la tierra, y aún quedan cinco años en los cuales ni habrá arada ni siega. Y Dios me envió delante de vosotros, para preservaros posteridad sobre la tierra, y para daros vida por medio de gran liberación. Así, pues, no me enviasteis acá vosotros, sino Dios, que me ha puesto por padre de Faraón y por señor de toda su casa, y por gobernador en toda la tierra de Egipto.
¿Creen que José hubiera elegido por sí mismo un futuro así? ¿Haber sido separado de su familia, vendido por sus hermanos, esclavizado, culpado falsamente, encarcelado por años? Aún siendo fiel a Dios.
Pero, ¿Qué dijo el al final? “no me enviasteis acá vosotros, sino Dios”.
WOW.
Quiero una actitud así. Él entendió que el plan de Dios iba mucho más allá que su propio sufrimiento o su comodidad. Las cosas no sucedieron como Él pudo haber deseado, ni se solucionaron en cuestión de meses, fueron varios años de pruebas. Y podemos ver dos cosas:
Dios nunca lo dejó solo, aún en lo difícil.
Dios usó todos los sucesos para su gloria y redimió la historia dolorosa de José.
No olvidemos que nuestro mismo salvador vino a este mundo incómodamente. En un pesebre, Fue carpintero, no tenía donde reposar la cabeza, fue traicionado, golpeado y crucificado. Él era y es Dios, lo sabemos, pero si nuestro mismo salvador pasó por eso, ¿Por qué nosotros a veces tenemos altas expectativas de nuestros planes en esta tierra? ¿O creemos que merecemos algo mejor?
Les soy sincera hermanas. Dios me ha hablado a mí en mi vida con esto. Llevo haciéndome pruebas de embarazo desde noviembre cada mes. Siento la presión en mi mente. De que lo que sigue es tener hijos. O tener mi casa hermosa perfectamente decorada. No es que esté mal. Es una bendición. Pero estoy anhelando más la vida que quiero tener aquí que la vida que voy a tener en la eternidad.
¿Quién define lo que sigue en tu vida?
Tú puedes creer que lo que sigue es tu graduación, o tener un buen trabajo o casarte o tener novio.
Pero ¿Y si eso te lo está diciendo el mundo y no Dios?
No dejes que el mundo defina tus planes.
PON LA MIRA EN LAS COSAS DE ARRIBA.
Como Elisabet, como José, como Jesús.
¿Y te acuerdas de Jonás? Trató de luchar contra los planes de Dios. Y aun así Dios se glorificó.
Pero, ¿No querrías mejor que Dios se glorifique con tu obediencia en vez de con tu desobediencia?
Estamos en un viaje hermanas. Un viaje a la ciudad celestial, no podemos olvidar eso. Eso es mucho más importante que todo lo que queramos que suceda mientras llegamos a nuestro destino.
Tal vez el Señor tiene otros propósitos para mi vida. Y no es porque yo sea muy importante, sino porque me da el honor de ser utilizada por Él, para su gloria. Tal vez ser mamá joven no sea uno de sus propósitos, o tal vez ser mama no lo sea y está bien. No es lo que yo esperaría, pero lo acepto. Tal vez mis ideas de tener mi casa hermosa no se den, o puede ser que no llegue a envejecer con mi esposo. Puede ser que mi salud se vea afectada en un futuro, o la de alguien que amo. En tu caso tal vez sea tu semestre, tu graduación, tu trabajo, tu casa, tu salud.
No midas la fidelidad de Dios solo por que tu vida no sucede como esperabas.
No olvides que los planes de Dios son infinitamente mejores que los que tu pequeña mente pudiera imaginar. Te invito a que leas la historia de Elisabet, y la de José. Lee el fin que El Señor tuvo para ellos y cuán grandemente los usó. Y no te olvides del evangelio. No te olvides de lo que Jesús padeció por tí, pero tampoco te olvides de el gran fin que Dios tuvo.
¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura.
Oigámoslo atentamente. Alimentemos nuestra alma para ser saciados, no solamente nuestros deseos inmediatos y nuestros planes pasajeros.
Recuerda. Así como los cielos son más altos que la tierra, así son más altos sus caminos y sus pensamientos que los nuestros. Isaías 55:9
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De mi alma a la tuya.
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