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¿Ya está hecho?

Actualizado: 10 may 2020





En este mundo no estamos acostumbradas a recibir sin que se espere nada a cambio, no es muy frecuente obtener algo sin hacer nada por ello, de hecho, nos enorgullece mucho lo que con esfuerzo logramos. Trabajamos muy duro para llegar a una meta, seguimos una serie de pasos para obtener el resultado deseado y nos gloriamos cuando lo obtenemos. También creemos que todo se puede lograr con esfuerzo y dedicación. Es normal, y es totalmente entendible.

Pero hay una cosa que no podemos hacer con esfuerzo y dedicación, hay algo que por más que intentemos no lo podremos conseguir por nosotras mismas.


No podemos obtener la salvación tratando de hacer cosas buenas.

La Biblia dice “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;” (Efesios 2:8)

¿Sabes lo que es la gracia?

En términos muy simples, la gracia es cuando nos dan algo que no merecemos.

Por ejemplo, si un equipo de fútbol, gana todos sus partidos, al final merece el trofeo.

Por gracia, le daríamos el trofeo al equipo que perdió desde el principio. Ellos no lo merecen, no cumplieron los estándares necesarios, no ganaron cada partido como estaba estipulado, y sin embargo, reciben el trofeo.

Sé que este ejemplo en el mundo real podría darse más por lástima que por gracia, pero mi punto aquí es, que Dios nos da la salvación aún sin nosotras merecerla, aún sin cumplir con los estándares como el equipo de futbol.

Pero hubo alguien que sí llegó al estándar de perfección de Dios aquí en la tierra, Él sí fue perfecto. Por eso somos salvas, únicamente por la fe en su sacrificio.

Me encanta Efesios 2:8 porque es sumamente claro.

“Por gracia sois salvos”, que seamos salvos no quiere decir que lo merezcamos, al contrario ¡Aún siendo pecadores Cristo murió por nosotros! (Romanos 5:8)

“Por medio de la fe”, Por medio de la fe en el sacrificio y resurrección de Cristo nosotros somos salvos. El Señor hizo un solo camino y la fe es el medio para recibir el regalo.

“y esto no de vosotros”, me encanta esta parte, nosotras no tuvimos nada que ver con que se nos ofreciera salvación, ¡Pues es don de Dios!

Y no podemos dejar a un lado el versículo 9. Corto, conciso y cargado de verdad.

“...no por obras, para que nadie se gloríe.”

¿Te acuerdas cómo mencionaba que nos gloriamos con lo que logramos?

Pues El Señor también lo sabe.

Solo imagínate que la salvación fuera por las buenas obras que lográramos cumplir en este mundo. ¿Te imaginas la competencia que existiría? Piensa en un hombre describiendo todo lo bueno que hizo en su vida. Todos los orfanatos que abrió en África, describiendo a todas las personas a las que alimentó y cuidó. Pero ahora piensa en otro hombre que hizo lo mismo que el anterior, y la diferencia está en que él puso tres orfanatos más que el primero. Por nuestra simple naturaleza se volvería una competencia para ver quién hizo más y mejores obras. No puedo evitar pensar, ¿Cuántas obras serían suficientes? ¿Y cuáles tendríamos que realizar para entrar al cielo?

Gracias a Dios, las cosas no son así, porque por más cosas buenas que podamos hacer en este mundo todavía tenemos pecado y eso nos sigue separando de Dios.

Tratar de llegar al cielo por obras sería como subir una escalera en la cual por cada paso se hace más y más larga. Nunca podríamos llegar a nuestro destino.

Se me hace muy interesante ver como la mayoría de las religiones, aparte del cristianismo, enseñan que debes hacer obras para ir al cielo o para “llegar al estado espiritual más alto". En muchas de ellas existen pasos que debes cumplir o lugares que debes visitar para ganar tu lugar en el paraíso. Otras estipulan cosas más simples como ser amable con los demás, pero en otras, la lista es específica y extrema.

Son religiones que predican “el hacer”, en cambio, el cristianismo se basa en que Jesús dijo: Consumado es. Él dijo, ya está hecho.

Me encanta el contraste. Casi todas las otras religiones se tratan de lo que podemos hacer o no debemos hacer para conseguir la aprobación de Dios y ganar nuestra entrada al cielo, pero si así fuera, ¿dónde estaríamos poniendo nuestra esperanza? ¡En nosotros mismos! Pondríamos nuestra esperanza en lo que podemos hacer o en cuán buenos somos y al final del día nos daríamos cuenta de que no podemos llegar al estándar o no somos tan buenos como creíamos, nos sentiríamos desilusionados e incluso rechazados.

Es una esperanza falsa.

Por la gracia de Dios, nuestra esperanza no es falsa ya que está puesta en aquel que sí cumplió los estándares de Dios, como dice Romanos 4:5 “mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia.”

Solo por El podemos ser justos delante de Dios, por lo que él ya hizo, no por lo que nosotras podamos hacer.

“...nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo,” (Tito 3:5)

Las obras que hagamos son el fruto que viene de nuestra salvación, no la razón de esta.

Consumado es. Jesús dijo eso antes de morir. ¡Wow! La deuda fue completamente pagada, no de manera parcial. ¡Está totalmente hecho!

¡Solo Jesús nos puede justificar, reconciliar, redimir y limpiar!


Si tu no has recibido a Cristo como tu Señor y Salvador, no olvides que no hay nada que puedas hacer para ganar tu lugar en el cielo. Es un regalo y puedes recibirlo por gracia por medio de la fe en el sacrificio de Jesús. ¡Pon tu fe y tu confianza en lo que El Señor ya hizo por ti!

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